
Asistimos conmovidos a un conflicto armado de gran escala.
El sufrimiento de personas inocentes y la pérdida de vidas humanas no puede dejarnos indiferentes.
Los recursos destinados a la maquinaria bélica solo prometen destrucción. Esos mismos recursos deberían destinarse al desarrollo de nuestros pueblos y a la construcción de la paz.
Hermanos y Hermanas de Ucrania y de la Federación Rusa quedan divididos por una frontera que debería ser un puente construido sobre el diálogo, el entendimiento y la fraternidad.
El espíritu pacifista de la Masonería es un lugar de encuentro de personas e ideas, incluso antagonistas, con el anhelo de lograr la cercanía y la comprensión que salvaguarden la paz, la concordia y la fraternidad entre los pueblos.